Miles Davis ya se había visto experimentando desde hace unos años, incorporando por primera vez instrumentos eléctricos en "Filles de Kilimanjaro" y cambiando la forma de sus canciones, cada vez más extensas, sumado a las innovaciones técnicas en la edición que se dieron en ese momento, aprovechadas en "In A Silent Way" y en el disco del que les hablaré de aquí en adelante.
Caótico, desordenado, destructivo, impactante, inclasificable, ruidoso, espontaneo, a veces más calmo, impredecible, psicodélico, atrapante ; todas estas son apreciaciones que se le puede dar a este disco, pero quizás indescriptible sobre todas las cosas, es necesario escucharlo.
En este disco la experimentación con las influencias del rock psicodélico y el funk (quizás de una manera oscura), la intensidad sonora, la densidad (debido a la cantidad de músicos que participaron de estas sesiones) y la pérdida de las estructuras características del jazz que quedan plasmadas en improvisaciones que pasan la marca de los 10 y 20 minutos, estructuradas únicamente por post producción.
"Pharaoh's Dance" comienza suavemente, no advirtiendo al que escucha lo que está por experimentar al cabo de unos minutos, con el registro alto de la trompeta de Miles, los florecimientos frenéticos de Bennie Maupin en el clarinete bajo, los acordes disonantes y distorsionados de Chick Corea y Joe Zawinul en los teclados, y la densa seccion rítmica, todos al mismo tiempo tomando al que escucha en un trance de 20 minutos que solo termina para agarrarte de nuevo en el tema que lleva el nombre del disco, únicamente para hacerlo todo aun mas hipnótico al acentuar aun más la trompeta de Miles, llena de reverberación y ecos con notas cortas, la repetición marcada del bajo y percusión mas intensa que te llevan por otros 26 minutos.
Desde la pieza que sigue, "Spanish Key" se empieza a marcar un progresivo descenso de los decibeles y la densidad de la instrumentación (pero siempre notando que mientras los temas progresan se hacen cada vez más intensos hacia un clímax),esta vez un poco mas funky, mas mayor en modo y menos oscuro, luego sigue el tema más corto del disco: "John McLaughlin" dedicado al guitarrista del mismo nombre que participó en esta y otras tantas sesiones acompañando a Miles, este tema es notable por ser el único en el que falta su trompeta, justamente por estar dedicado al guitarrista, quien improvisa sobre un instrumental funky como la canción anterior.
Ya "Miles Runs The Voodoo Down" comienza despacio y lentamente se van introduciendo los instrumentos para darle dinámica a la pieza terminando en texturas parecidas a lo que escuchamos en "Spanish Key" y en menor medida "John McLaughlin".
"Sanctuary", el último tema, comienza sorpresivamente disminuido en volumen e instrumentos comparado al resto del disco, a veces siendo lo más parecido al jazz que Miles toco antes por la célula rítmica y el bajo caminante, pero solo para ir aumentando el grado de exaltación y fuerza sonora (al punto en que se termina pareciendo a las dos primeras canciones) y nuevamente volver a la calma, repitiendo la formula una vez más para terminar el disco.
¿Con que queda uno después de escuchar Bitches Brew?
Haber sido atrapado por una hora y media por un evento sonoro al que ninguno se le parece, una obra cumbre del jazz fusión y de Miles Davis, un disco que destruye todo lo que crea a su paso, lo cual es su hermosura.
Realmente recomiendo que todos escuchen este disco, que se distraigan una hora y media de su vida para apreciarlo por completo, ya sea que no te gusta la etapa eléctrica de Miles, no la conozcas, te guste el jazz fusión, no te guste, te guste el rock, no te guste, te guste la improvisación o no, te guste el jazz o no, pues este disco es uno de esos que no se pueden clasificar y que no se pueden poner en palabras.
TRACKLIST:
1. Pharaoh's Dance
2. Bitches Brew
3. Spanish Key
4. John McLaughlin
5. Miles Runs the Voodoo Down
6. Sanctuary
Caótico, desordenado, destructivo, impactante, inclasificable, ruidoso, espontaneo, a veces más calmo, impredecible, psicodélico, atrapante ; todas estas son apreciaciones que se le puede dar a este disco, pero quizás indescriptible sobre todas las cosas, es necesario escucharlo.
En este disco la experimentación con las influencias del rock psicodélico y el funk (quizás de una manera oscura), la intensidad sonora, la densidad (debido a la cantidad de músicos que participaron de estas sesiones) y la pérdida de las estructuras características del jazz que quedan plasmadas en improvisaciones que pasan la marca de los 10 y 20 minutos, estructuradas únicamente por post producción.
"Pharaoh's Dance" comienza suavemente, no advirtiendo al que escucha lo que está por experimentar al cabo de unos minutos, con el registro alto de la trompeta de Miles, los florecimientos frenéticos de Bennie Maupin en el clarinete bajo, los acordes disonantes y distorsionados de Chick Corea y Joe Zawinul en los teclados, y la densa seccion rítmica, todos al mismo tiempo tomando al que escucha en un trance de 20 minutos que solo termina para agarrarte de nuevo en el tema que lleva el nombre del disco, únicamente para hacerlo todo aun mas hipnótico al acentuar aun más la trompeta de Miles, llena de reverberación y ecos con notas cortas, la repetición marcada del bajo y percusión mas intensa que te llevan por otros 26 minutos.
Desde la pieza que sigue, "Spanish Key" se empieza a marcar un progresivo descenso de los decibeles y la densidad de la instrumentación (pero siempre notando que mientras los temas progresan se hacen cada vez más intensos hacia un clímax),esta vez un poco mas funky, mas mayor en modo y menos oscuro, luego sigue el tema más corto del disco: "John McLaughlin" dedicado al guitarrista del mismo nombre que participó en esta y otras tantas sesiones acompañando a Miles, este tema es notable por ser el único en el que falta su trompeta, justamente por estar dedicado al guitarrista, quien improvisa sobre un instrumental funky como la canción anterior.
Ya "Miles Runs The Voodoo Down" comienza despacio y lentamente se van introduciendo los instrumentos para darle dinámica a la pieza terminando en texturas parecidas a lo que escuchamos en "Spanish Key" y en menor medida "John McLaughlin".
"Sanctuary", el último tema, comienza sorpresivamente disminuido en volumen e instrumentos comparado al resto del disco, a veces siendo lo más parecido al jazz que Miles toco antes por la célula rítmica y el bajo caminante, pero solo para ir aumentando el grado de exaltación y fuerza sonora (al punto en que se termina pareciendo a las dos primeras canciones) y nuevamente volver a la calma, repitiendo la formula una vez más para terminar el disco.
¿Con que queda uno después de escuchar Bitches Brew?
Haber sido atrapado por una hora y media por un evento sonoro al que ninguno se le parece, una obra cumbre del jazz fusión y de Miles Davis, un disco que destruye todo lo que crea a su paso, lo cual es su hermosura.
Realmente recomiendo que todos escuchen este disco, que se distraigan una hora y media de su vida para apreciarlo por completo, ya sea que no te gusta la etapa eléctrica de Miles, no la conozcas, te guste el jazz fusión, no te guste, te guste el rock, no te guste, te guste la improvisación o no, te guste el jazz o no, pues este disco es uno de esos que no se pueden clasificar y que no se pueden poner en palabras.
TRACKLIST:
1. Pharaoh's Dance
2. Bitches Brew
3. Spanish Key
4. John McLaughlin
5. Miles Runs the Voodoo Down
6. Sanctuary